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2007-07-21 13:07:24 UTC
Sábado, 21 de Julio, año 2007 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica
(SENTIMOS MUCHO EL PESAR DE TODO BRASIL
Nuestro más profundo pésame a todas las familias brasileñas por las
victimas de la tragedia área en el aeropuerto de Congonhas, en Sao
Paulo, Brasil. Nuestros corazones se entristecieron y lamentaron mucho
al conocer el sufrir de nuestros hermanos y hermanas, al no poder
recibir más a sus muy amados de regreso a sus brazos y en sus casas.
(Pues todos nos volveremos a ver, y ésta vez para siempre en el cielo,
porque nos conocemos en el SEÑOR y en su Espíritu Santo, a pesar de la
distancia, gracias a Jesucristo.)
Por ahora, estamos orando por ellos y por sus familias, también, como
siempre. Sabemos muy bien, de acuerdo a la escritura y buenas promesas
de nuestro Creador, que todas estas vidas preciosas del SEÑOR y de su
Jesucristo están viviendo sus nuevas vidas celestiales, en el paraíso
de nuestros primeros pasos de vida, de nuestras vidas terrenales y del
reino de los cielos, también.
Le damos las gracias a nuestro SEÑOR por cada una de ellas, porque
sabemos que están con él y con su Árbol de la vida eterna, en donde
nuestro SEÑOR "llevo a Adán y a Eva" a que coman y beban de sus frutos
de vida y de salud infinita para sus cuerpos eternos, para que no se
alejen de él, jamás. Porque así como hizo con Adán y Eva, pues así
también nuestro Dios hace con cada hombre, mujer, niño y niña del
mundo entero, que sube al paraíso de regreso a su vida celestial, en
su día, en el día señalado del SEÑOR, para empezar la nueva eternidad
venidera de su flamante reino sempiterno, por ejemplo.
Porque es verdad y justicia para nuestro Dios, "de hacer lo mismo que
hizo con nuestros primeros padres", de llevarlos por "el camino de la
verdad y la vida", para que coman y beban de su fruto de vida, al
igual que confió en su corazón santo, de que algún día Adán y Eva lo
hiciesen así, para cumplir toda verdad y justicia infinita en sus
almas eternas. Realmente, ellos son felices con su Dios y con su fruto
de vida eterna, en sus nuevas vidas infinitas, las cuales no conocerán
jamás el fin ni el mal de todas las cosas, sino sólo paz, gloria,
verdad, justicia, amor y mucha vida con muchas y gloriosas bendiciones
de nuestro Padre Celestial y de su Espíritu Santo.
Y todas estas bendiciones de glorias y verdades infinitas, como el
fruto de la vida eterna, por ejemplo, en los corazones y en las almas
de nuestros desaparecidos hermanos brasileños y hermanas brasileñas,
son realmente "gracias al favor sobrenatural y a la gracia infinita"
de nuestro gran salvador eterno y de todos los tiempos, ¡el Señor
Jesucristo!
Hemos de seguir orando y sin cesar por nuestros hermanos brasileños y
hermanas brasileñas de siempre, delante del SEÑOR, en el nombre
sagrado de su Hijo amado, nuestro salvador Jesucristo, para que su
Espíritu Santo y con sus muchos dones de paz, gozo, felicidad y
sosiego abriguen sus almas eternas, también, para que "entiendan" que
"sus amados viven".
Ellos no están desaparecidos, como muchos de nosotros pensamos, sino
que están con el SEÑOR y en el paraíso, también, en su primera casa y
hogar familiar del cielo, gozando de sus frutos y del agua de vida y
de salud eterna del Árbol de Dios, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo! ¡Amén!)
(Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo)
JUSTICIA:
"Es el derecho eterno" a lo que "le pertenece justamente" a una o
varias personas. Éste derecho fundamental a que "la vida santa le
pertenece a Adán" y a cada uno de sus descendientes, no se lo puede
arrebatar nadie, ni ningún poder del más allá. Es por esta razón, que
"la motivación que ha movido a Dios", a su Espíritu Santo y con
posterioridad "ha restaurarle este derecho único y perpetuo al hombre,
"no ha cesado nunca, desde los primeros días de vida del hombre en el
paraíso y hasta nuestros días en toda la tierra, por ejemplo.
Porque el deseo constante de Dios, para con el hombre, "es de
restituirle cada uno de sus derechos celestiales de vida eterna", no
sólo "en el paraíso, en la tierra", sino también "en todos los lugares
del reino de los cielos", para que "pueda vivir su vida normal" y más
no muera jamás. Porque la verdad es que el hombre "tiene derecho a
caminar y acceso" a todos los lugares del reino de los cielos y hasta
aun en los más recónditos del más allá, los cuales "sólo le pertenecen
al SEÑOR", único Creador del cielo y de toda la tierra.
Es más, "ni aun los ángeles" más santos del reino "tienen tanto
derecho a vivir" en el cielo, y "ha ingresar a los lugares muy santos
y muy preferidos" de nuestro Padre Celestial, como el hombre del
paraíso y de toda la tierra, también, por ejemplo, lo tienen
infinitamente, por inicio propio. Y es por esta razón, mucho más que
ninguna otra, que Lucifer y muchos de sus ángeles rebeldes, por
ejemplo, "nos envidian tanto" y aun hasta la muerte de cada uno de
nosotros, en el paraíso, en la tierra y en el más allá, también (y
aunque tú, ni los tuyos, lo crea así, es verdad, mi estimado
hermano).
En realidad, esta es una de las verdades más guardadas del enemigo de
nuestras almas eternas; "ciertamente Lucifer no desea" que tú, ni
ninguno de los tuyos, "conozcas esta gran verdad" en tu corazón jamás.
Entonces el enemigo "hace todo lo posible para esconderla de ti", con
mentiras para que así no sientas deseo de conocer a Dios, ni a su
Jesucristo, ni a su Espíritu, ni menos a ninguno de los lugares
eternos del reino celestial, de los cuales "sólo a ti te pertenece el
derecho" de conocerlos y de caminar por ellos infinitamente.
Conocerlos y caminar por siempre por sus lugares para "disfrutar su
grandeza y su profunda gloria celestial", en tu corazón y en toda tu
alma eterna, mi estimado hermano y mi estimada hermana, de la misma
manera como Dios y sus ángeles "viven y disfrutan infinitamente" de
cada una de ellas día a día y por siempre, por ejemplo. En verdad, el
reino de los cielos "es tan vasto", que realmente "no tiene fronteras"
con ningún otro lugar en el más allá; «y todo te pertenece a ti por
derecho propio», de acuerdo a la voluntad perfecta de nuestro Dios,
desde el día que nos formo en sus manos sagradas, en la tierra santa
del cielo.
Y, hoy en día, tu corazón, así como tu alma y todo tu cuerpo,
espiritualmente hablando, "clama por volver al cielo 'y regresar" a
los lugares santos y sagrados" que, por inicio, "nos pertenecen" para
vivirlos y gozarlos infinitamente, en nuestras vidas celestiales del
paraíso. Y "lo único que nos detiene" para regresar a nuestras casas
del cielo, a nuestros hogares eternos del paraíso, por ejemplo, es el
mismo pecado original de Adán y Eva en nuestras sangres humanas.
Pero esto "no es ningún problema alguno", en nuestras vidas, "si tan
sólo creemos" en nuestros corazones y "así confesamos" con nuestros
labios: la verdad y la justicia celestial de nuestro Padre Celestial y
de su Espíritu Santo y ¡del Señor Jesucristo! Es por esta razón, que
nuestro Padre Celestial, desde mucho antes que separara las aguas de
su firmamento y de la tierra, entonces "ya había comisionado,
apoderado" a su Espíritu Santo, para que "comience a descender" sobre
la tierra seca, porque Él es la vida y la sangre del pacto eterno,
entre Dios y el hombre de la humanidad entera.
Y luego de que nuestro Dios había enviado al mundo "al espíritu de la
sangre" y del Árbol de vida, para que "subyugue" a cada una de las
profundas tinieblas del más allá, en todos los lugares de la tierra,
entonces "crea al hombre" en su imagen y conforme a su semejanza
celestial, para que viva "únicamente su vida infinita". (De hecho, es
aquí cuando nuestro Padre Celestial te crea a ti, en sus manos
sagradas, mi estimado hermano y mi estimada hermana, para que vivas,
no la vida que vives, hoy en día, en la tierra, sino la del paraíso,
la de Cristo, su Hijo amado, ¡el Mesías!)
Primero Dios crea a Adán en sus manos; y luego "Dios vio que no era
bueno que él esté sólo", entonces lo duerme y de su quinta costilla
"saco a la compañera" de su vida, Eva; de igual forma, "ambos fueron
creados en las manos de Dios", pues, así también tu misma vida, mi
estimado hermano y mi estimada hermana. Que Adán haya sido creado
primero y luego Eva, para que "posteriormente tú también 'salgas' de
sus cuerpos", de sus carnes, de sus sangres, de sus almas y de sus
espíritus humanos, no importa (o no es gran diferencia) a nuestro
Dios, en el paraíso, en toda la tierra o en el nuevo reino de los
cielos, por ejemplo. Es decir, que "no importa quien nació primero o
último", en el cielo o en la tierra, lo que importa hoy en día y por
siempre, "si has comido" del fruto de la vida eterna, del cuerpo y de
la sangre del Árbol de vida.
Entonces lo que sí importa aquí y en el cielo, delante de Dios y de su
Jesucristo, «es que tú comas y bebas de su fruto de vida eterna, para
que tengas vida en abundancia, en la tierra y luego en el paraíso,
para entrar en el nuevo reino de Dios y de sus huestes celestiales, en
el más allá». Eso, "si es verdad y si es justicia" eterna, por tanto,
si importa mucho en el corazón, en el pensar y en el deseo infinito de
su Espíritu Santo y de su Hijo amado en tu vida y en la vida de cada
uno de los tuyos, también, mi estimado hermano y mi estimada hermana.
Entonces en este día, muy crucial para tu vida, así como lo fue para
Adán y Eva, en el paraíso, por ejemplo, "tú tienes que hacer una
decisión muy en serio" en tu corazón, y esto es para vida eterna. Es
decir, que "debes de creer en tu corazón", en "la verdad y en la
justicia infinita: de Dios, de su Espíritu Santo y de su Árbol de la
vida, en el paraíso, en la tierra y así también, "igual y
eternamente", en la nueva gran ciudad celestial del Gran Rey Mesías,
La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.
Porque "si no lo haces así" en tu corazón, para bien eterno de tu alma
viviente, mi estimado hermano y mi estimada hermana, entonces
"permanecerás infinitamente en la oscuridad de siempre", como en la
oscuridad del fondo de la tierra, o la oscuridad del vientre de tu
madre, por ejemplo, no para vivir, sino para morir infinitamente en tu
pecado. Y nuestro "Dios no desea que sigas perdido" en tus profundas
tinieblas del pasado o de la muerte eterna de tu corazón y de tu alma
viviente, sino que "regreses a la luz" que, en su gran día: "te vio
vivir, por vez primera", como "vio la vida de Adán" santa, perfecta,
feliz y pura, por ejemplo, "en el paraíso".
Y así no vuelvas jamás, ni ninguno de los tuyos, en sus millares, en
todos los lugares de la tierra, "ha alejarte de tu Dios y de su gran
verdad y justicia infinita", su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!
Porque "el alejarse de Dios es alejarse del Árbol de la vida", o
viceversa, "alejarse del Árbol de la vida es vivir ciego y lejos de la
verdad y de la justicia infinita" de tu Dios y Creador de tu alma
eterna, en esta vida y en la venidera, también, eternamente y para
siempre.
LA JUSTICIA ENGRANDECE EL CIELO Y ASÍ TAMBIÉN LAS NACIONES
La justicia "engrandece a la nación" hasta lo sumo delante de Dios,
pero "el pecado es afrenta" para los pueblos y "hasta la muerte más
cruel posible", en la tierra y en el más allá, como el mismo fuego
eterno del infierno y del lago de fuego, también, por ejemplo. Y esta
justicia de Dios "no es una justicia cualquiera", sino la que sólo
puede provenir del cielo, como del mismo Señor Jesucristo a tu
corazón, a tu alma y a toda tu vida, de hoy en día y del futuro, por
ejemplo.
Porque todo lo que somos, y hemos de ser infinitamente, "si
permanecemos fieles a Dios" y a su nombre santo, en nuestros corazones
y en nuestras vidas, es, ni más ni menos el mismo Señor Jesucristo de
siempre, en cada uno de nosotros, en el paraíso, en la tierra y así
también en el nuevo reino celestial. Y somos de Jesucristo, porque "de
él hemos salido para vivir la vida" gloriosa y sumamente honrada de
nuestro Padre Celestial, en el paraíso primero y así también en la
tierra, para posteriormente "entrar por fin": a vivir su gloria y su
paz infinita, en su nuevo reino celestial, como en La Nueva Jerusalén
Santa y Perfecta del cielo.
Y "esto es justicia para Dios" para con cada uno de nosotros, en
nuestros millares, en todos los lugares de la tierra, de que "vivamos
infinitamente en Él" y más "no muramos en Lucifer", jamás. Y "si hemos
de vivir", entonces "ha de ser por el mismo fruto de vida eterna", el
cual nuestro Dios mismo (y no un ángel del cielo) le lleva en su día,
por el camino, de la verdad, de la vida y de la justicia eterna del
paraíso y de toda la tierra, también, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo!
Y nuestro Padre Celestial "le ofreció" comer y beber de su Árbol de
vida eterna a Adán y a cada uno de sus descendientes también, "porque
era lo justo" en el paraíso y así también, hoy en día, en todos los
lugares de la tierra, como en un momento como hoy mismo en tu vida,
por ejemplo, mi estimado hermano. Y si nuestro Dios "te habla en su
justicia" y, a la vez, "te ofrece comer" del fruto del Árbol de la
vida, entonces "no se lo rechaces", jamás, para que no peques como
Adán y Eva, y causes más mal no sólo a tu vida, sino a muchos,
también. En realidad, este mal proceder de tu vida en contra de la
voluntad perfecta de Dios para tu vida y su gran rey Mesías, no seria
jamás verdad y justicia para tu vida, ni para la de nadie, jamás.
Recuerda una vez más, "antes de volver a pecar" ante Dios y ante su
Árbol de la vida eterna. No se lo rechaces como Adán y Eva lo hicieron
en sus días, por error y por engaño, por ejemplo, de la mentira mortal
del enemigo eterno, Lucifer, sino haz todo lo contrario, para bien de
tu alma y de tus nuevos días largos y eternos aun porvenir, en tu
futuro celestial de la tierra y, por supuesto, del cielo. Es decir,
que tienes que "aceptarla, consentirla, admitirla", en tu corazón y en
tu vida, también, para que comience hacer todas esas obras
sobrenaturales en tu alma viviente, con el fin de que sanes de tus
males y así puedas "comenzar a crecer": espiritualmente, corporalmente
y psicológicamente, delante de Dios y de su Espíritu Santo, también,
para una vida mejor.
Pues nuestro Dios nos ha creado "en su justicia divina" para darnos
siempre de él y más no de nadie más; y esto es, de realmente "darnos
día y noche" de su corazón, de su espíritu, de su alma y de su misma
vida santa e infinitamente gloriosa, llena por siempre de sus muchas y
honrosas bendiciones, del cielo. Además, es justicia y, a la vez,
correcto de nuestro Dios de siempre "darnos de su Jesucristo" día y
noche y por siempre en nuestras vidas en la tierra, y así también en
el más allá, en nuestras nuevas vidas celestiales del paraíso y del
nuevo reino venidero, para que "crezcamos" con el propósito de
conocerle aun más que antes. Porque la comida y bebida de Dios te hace
crecer infinitamente, espiritualmente hablando, para que conozcas por
siempre su voluntad perfecta para con tu vida infinita, su justicia y
su verdad inmortal, su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los
tiempos.
Por deducción, "la justicia de nuestro Dios" para con sus ángeles del
cielo y así también para con cada hombre, mujer, niño y niña de toda
la tierra, comenzando con Adán y Eva en el paraíso, por ejemplo, "es
para siempre", para la nueva eternidad venidera de la tierra y del más
allá, también. Es decir, que la justicia del corazón de nuestro Dios
"no tiene principio ni fin" tampoco en él, ni en ninguno de sus seres
creados, como ángeles del cielo y así también como cada ser viviente
de la humanidad entera, comenzando con Adán primero, en el paraíso,
por supuesto, en sus primeros días de vida y de gloria celestial.
Y nuestro Dios comenzó "a manifestar de su justicia" primero con Adán,
como en el día que le ofreció comer del fruto del Árbol de la vida,
porque él fue "su primer obra" de sus manos santas en el paraíso y,
hoy en día, en toda la tierra, también, "sólo por medio" de la fe, de
su Hijo, ¡el Mesías! Es por eso, que la justicia de nuestro Dios "ha
esperado pacientemente" por cada uno de nosotros, desde mucho antes
que fuésemos creados en las manos de Dios, para "llevar su imagen y
vivir infinitamente" según su semejanza celestial, en el paraíso, en
la tierra y posteriormente en su nueva vida celestial del nuevo reino
venidero, por ejemplo.
Por lo tanto, "es justo" para nuestro Dios que nosotros "tengamos"
todo lo que necesitemos en nuestras vidas, por amor infinito y por
justicia propia, porque nuestro Dios "no nos creo" en sus manos santas
"para sufrir necesidades" de ninguna naturaleza, en el paraíso, en la
tierra, ni menos en el nuevo más allá venidero, sino todo lo
contrario. Ciertamente, nuestro Dios "nos ha sacado" del fondo de la
tierra y de sus profundas tinieblas con sus manos santas, "para que
gocemos" de su vida infinita y de su felicidad eterna, la de su Hijo
amado, ¡el Árbol de la vida y de salud eterna del cielo, de la tierra
y del nuevo reino celestial!
Es por eso, que nuestro Dios "nos ha dado lo mejor de su vida
personal" y así también "lo mejor de la vida misma" sumamente honrada
e infinitamente gloriosa de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado,
¡el Señor Jesucristo! Y esto es algo que Dios "jamás ha hecho con
ningún ángel del cielo", desde los días de la antigüedad y hasta
nuestros días, por ejemplo, "salvo con el hombre" de toda la tierra,
como hoy en día contigo, mi estimado hermano y mi estimada hermana. Y
nuestro Dios obra así contigo, por amor a su verdad y a su justicia
infinita viviendo en tu corazón, el Señor Jesucristo.
Y "como demostración" de que nuestro Dios "nos ha dado" su vida santa
y gloriosa de su corazón y del nuevo reino celestial, entonces el
Señor Jesucristo "no escatimo su propia vida", cuando caminaba
diariamente por las calles de las ciudades de Israel, hablando del
amor de Dios a los que tenían sed, de justicia y de su verdad eterna.
Ni menos "huyo del fuego ardiente", de los árboles cruzados de Adán y
Eva, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén,
sino que "enfrento" a la muerte del alma del hombre, "como un buen
soldado" del reino de los cielos, para "alcanzar glorias y vida
eterna", para la nueva vida de su nueva humanidad celestial.
"Matando", al mismo tiempo, "al ángel de la muerte", y a cada una de
sus huestes infernales del bajo mundo de los espíritus y almas
perdidas, "con su propia vida santa" e infinitamente pura, "de acuerdo
a la Ley" de Dios y de Moisés, por ejemplo, "completamente satisfecha"
y sumamente honrada, "en su corazón y en su sangre sobrenatural",
también. Es decir, que "la Ley de Dios ha triunfado" gloriosamente
"sobre el pecado, 'sus maldiciones' y su muerte eterna", en la tierra,
en el infierno y en el lago de fuego, también, "para bien de Adán" y
cada uno de sus descendientes, en todos los lugares de la tierra,
desde la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo.
Y es precisamente "ésta justicia" del más allá, la cual "ninguno de
nosotros podía alcanzar jamás" en nuestros corazones, en nuestros
espíritus, en nuestras almas y en nuestras vidas infinitas, "hasta que
el Señor Jesucristo llega a Israel" y, a la vez, como hoy en día "a
nuestras vidas, también", por el poder del Espíritu Santo y la palabra
viva. Porque sin el Señor Jesucristo "entonces Israel no podía tener
justicia", ni menos ninguna nación de toda la tierra; es más, todos
estaban "viviendo en las profundas tinieblas" de siempre, "hasta 'la
aparición del Señor Jesucristo' y de su palabra viva", sobrenatural,
todopoderosa y muy milagrosa, e infinitamente llena de vida y de salud
eterna, para el alma del hombre.
Es por eso, que "sólo el Señor Jesucristo", delante de Dios y de su
Espíritu Santo, "es la justicia salvadora del alma viviente" del
hombre de toda la tierra, hoy en día y como siempre en la eternidad
venidera, del nuevo reino de los cielos. Y "sin la justicia
manifestada" a nuestras vidas de Dios y de su Hijo amado, el Señor
Jesucristo, entonces "el enemigo eterno" de nuestras vidas, "como
Lucifer", por ejemplo, "podía" muy bien "continuar arrebatándonos"
todas las cosas, de las cuales "legalmente nos pertenece" a nosotros,
para "destruir nuestras vidas y nuestra fe", en Dios y en el Señor
Jesucristo.
Y "esto es muerte eterna", desde ahora para cualquier hombre, mujer,
niño o niña de la humanidad entera; de hecho, "esto es un mal"
terriblemente peligroso, "no conocer al Señor Jesucristo", para "la
existencia de toda vida humana", en el paraíso y en toda la tierra.
Por lo tanto, "es justicia eterna", en contra de todos los males del
enemigo, grandes y pequeños, cuantiosos o no, "para el corazón del
hombre" delante de Dios y de su Espíritu Santo, "invocar, 'conocer y
profesar' el nombre sagrado del Señor Jesucristo", para bendición,
protección, sanidad y sobre todas las cosas, "salvación infinita".
Porque el Señor Jesucristo "ha descendido del cielo" con "la justicia
celestial de nuestro Padre Celestial" y de su vida sumamente santa y
honrada del paraíso; pero Lucifer "ha entrado al mundo", para "mentir,
robar, matar y destruir" todo lo que es vida y de Dios en el corazón,
en el alma y en la vida de la humanidad entera. Es por eso, que "sin
el Señor Jesucristo en nuestras vidas", entonces "Lucifer" y cada uno
de sus seguidores fieles, "tiene poder" (y la puerta bien abierta)
"para seguir mintiéndonos, robándonos, matándonos y destruyéndonos",
hasta "que no quede nada de nada" de nosotros en toda la tierra, como
en el paraíso, por ejemplo, con Adán y Eva.
BENDITOS POR DIOS SON LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DEL ÁRBOL DE LA VIDA
Dichosos los que tienen "hambre y pasión por la justicia y la verdad
salvadora de Dios", porque "ellos serán saciados por el SEÑOR". Estos
son de los que tienen "hambre y anhelo de vivir la vida" gloriosa y
sumamente honrada de su Creador y de su Árbol de vida, el Señor
Jesucristo, libres de los males del pecado; es decir, que "ellos
claman en sus espíritus", en sus corazones y en sus almas eternas, por
"la llenura celestial del Mesías" en sus vidas.
Esto "es justicia del corazón y del alma eterna" del hombre, "sólo
posible en la verdad y en la vida sagrada" de su Árbol de vida eterna,
¡el Señor Jesucristo! De hecho, esto es el Espíritu de Dios "obrando
en sus vidas", para que "comiencen a sentir" la bendición de Dios, la
cual "los llena de la verdad, la vida y la santidad y de la felicidad
celestial" de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!
Porque es el Espíritu de Dios "quien nos hace sentir 'el deseo' de
justicia y de la verdad viviente" del corazón y del alma gloriosa, de
nuestro Padre Celestial que está en los cielos; pues de otra manera,
"no somos felices jamás", en el cielo, ni menos en la tierra, "sin el
sentir del SEÑOR" en nuestras vidas. Y cuando el Espíritu de Dios
"comienza a obrar en nuestras vidas", en sus diferentes formas, como
lo suele hacer, entonces "esto significa que Dios nos está llamando",
para que nos levantemos hacia él y dejemos atrás las tinieblas de
siempre, las cuales "nos llevan día y noche hacia la destrucción
eterna", del fuego del infierno, en el más allá.
En la medida en que, "cada tiniebla" del enemigo "es una distancia
larga de recobrar", desde nuestros corazones y hacia nuestro Árbol de
vida eterna, ¡el Señor Jesucristo! Es por esta razón, que desde el
comienzo de todas las cosas, en el reino de los cielos y en toda la
tierra, también, nuestro Padre Celestial "envió a su Espíritu Santo
primero", para subyugar todas las profundas tinieblas del más allá,
"sobre toda la faz de la tierra y hasta 'levantar al hombre' del
subsuelo", con mucho poder celestial.
Entonces "sólo el poder sobrenatural" del Espíritu Santo y así también
del Señor Jesucristo "podían realmente levantar" al hombre del
subsuelo de la tierra, "como en el día que el Espíritu de Dios tuvo"
que entrar en el vientre virgen de la hija de David, para que a los
nueve meses entonces "darnos vida eterna", ¡el Mesías! Ya que, "sólo
el Mesías es la vida eterna" del paraíso y de todo ser creado en toda
la creación de Dios, "incluyendo primordialmente al hombre", en toda
la tierra, de nuestros días y de siempre, en la nueva eternidad
venidera.
Entonces "éste mismo Espíritu Santo" de Dios posteriormente "tuvo que
levantar al Señor Jesucristo" desde el centro de la tierra, "como en
el día que levanto al hombre perdido" de las mismas tinieblas de la
tierra, para que "las manos de Dios lo formase en su imagen y conforme
a su semejanza celestial e infinita de su nueva vida eterna". Y
nuestro Padre Celestial "hizo todas estas cosas" en el principio, y
con su Espíritu Santo, también, "para no sólo levantar al hombre" de
su condición espiritual de perdición eterna, del bajo mundo de los
muertos, sino también "para llenarlo de su verdad y de su justicia
infinita" de su nueva vida venidera, para su nuevo reino celestial.
Porque nuestro Dios "busca un nuevo reino celestial" desde la
antigüedad, no en los ángeles del cielo, sino "en la vida de cada
hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera", de los cuales él
mismo los "ha formado en sus manos santas", para "este gran propósito
venidero" de su nueva vida celestial, sea entonces "una realidad
infinita". Y nuestro Dios "los levanto del mismo polvo" de la muerte
eterna, de las mismas profundas tinieblas del corazón perdido de
Lucifer, "no para que sean de sus enemigos", como Lucifer, por
ejemplo, sino que sean "para su nueva vida infinita", la cual ha
salido ya de su Árbol de vida para la eternidad, su Hijo amado, ¡el
Señor Jesucristo! Entonces tanto el hombre y como Jesucristo fueron
levantados por Dios y por su Espíritu para la vida y de las mismas
profundas tinieblas de siempre, la única diferencia de entre los dos,
fue que Adán peca y Jesucristo no; así Dios comenzó su nueva vida
infinita, en la resurrección no del pecador, sino del Mesías fiel, su
Hijo amado.
Porque por "esta justicia infinita" de su Hijo, fue la razón por la
cual "Dios comenzó a amar al hombre en su corazón", para "redimir su
alma" del mal del enemigo en el más allá, en toda la tierra y para
posteriormente "entregarle su nueva vida celestial", sin jamás
escatimar nada de ella hacia su nueva vida celestial e infinita. Y
ésta nueva vida celestial, "es la que jamás conocerá el pecado", ni
ninguno de sus males en su "nuevo cuerpo glorificado", el cual
recibirá del mismo Árbol Viviente, para poder entrar al cielo y vivir
su vida angelical, por la cual Dios lo llamo en el comienzo de todas
las cosas, por inicio, desde las tinieblas de la tierra.
Ni tampoco esta nueva vida celestial del hombre "ha de conocer jamás
el fin de sus días", en la tierra "ni menos en el nuevo reino de los
cielos", como en La Nueva Jerusalén Celestial e Infinita del cielo,
por ejemplo, sino todo lo contrario. Esta vida del hombre "sólo
conocerá a su Dios y a su gran rey Mesías", en "los poderes
sobrenaturales de la vida misma gloriosa y sumamente honrada de su
Espíritu Santo, para sólo ser feliz y gozar la vida eterna, en su
corazón y en su alma, por ejemplo, desde ya en la tierra para regresar
luego al paraíso pronto".
Fue por esta razón, que nuestro Dios "envió primero a su Espíritu
Santo", para que subyugue a cada una de las profundas tinieblas del
más allá, "sobre toda la faz de la tierra", con el propósito de
"redimir, al hombre y a la mujer de sus males eternos", sólo posible
"por su justicia sin igual e infinita", ¡el Señor Jesucristo! Y
nuestro Dios "fue infinitamente bueno" para con cada uno de nosotros,
porque "aun estando muertos" entre las profundas tinieblas del más
allá del corazón de la tierra, entonces "oyó nuestro clamor" personal:
por la verdad y por la llenura de su espíritu de justicia eterna en
nuestras vidas, para que "nos levantemos de nuestra muerte", y veamos
la vida.
En otras palabras, "quien realmente despertó" este deseo "de ayudarnos
y de levantarnos" con sus mismas manos santas, de nuestra condición
espiritual de perdición eterna, de entre la profundidad de la tierra,
"fuimos nosotros mismos", "al clamarle" a él "por su verdad y por su
justicia redentora" y todopoderosa también, sólo posible en su Árbol
de vida eterna, ¡su Jesucristo! Porque "esta era la única manera", por
la cual nuestro Dios "nos podía redimir" de los males del más allá,
para "posteriormente entrar a vivir con él" y así a gozar de los
frutos de su Árbol de vida, su gran rey Mesías, la nueva vida
celestial e infinita del ángel del cielo y así también de la humanidad
entera.
Es decir, también, "que éramos nosotros mismos quienes clamaban" día y
noche al cielo a través de los siglos, para que nuestro Dios "nos
rescatase" con su Espíritu Santo y con la vida misma de su Hijo amado,
el Señor Jesucristo, de los males de las profundas tinieblas de
Lucifer en toda la tierra. Y entonces llego el día, cuando nuestro
Dios le dijo a su Espíritu "descendamos a la tierra", para "formar al
hombre en nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza", en el Árbol
de la vida eterna, para que el hombre "ya no conozca las tinieblas"
del mal, sino "la luz de su nueva vida", por la cual clama a mi.
Y desde el día que nuestro Dios "nos libero de los males" del más
allá, como de las profundas tinieblas del corazón de la tierra y del
corazón de Lucifer, "entonces nos olvidamos de todo" lo que Dios había
hecho por nosotros, en los poderes sobrenaturales de su Espíritu Santo
y de su Árbol de la vida eterna del paraíso. Y es aquí "cuando Lucifer
se aprovecha del descuido" de Adán y de Eva "para intentar engañarlos"
y así "robarles sus vidas infinitas del paraíso", con todos sus
derechos de santidad y de justicia celestial de Dios y de su Espíritu
Santo, "para que jamás conozcan" a su salvador celestial, ¡el Señor
Jesucristo!
Pero aunque Lucifer "logro hacer de las suyas" en el paraíso y así
también en la vida de muchos en todos los lugares de la tierra,
"nuestro Dios tiene la victoria final" sobre él y sobre cada una de
sus maldades, "en los poderes sobrenaturales de su Hijo amado", ¡el
Señor Jesucristo! Por lo tanto, "benditos han de ser por siempre" por
nuestro Padre Celestial, por su Espíritu Santo y por su Jesucristo,
"para que con los que 'tienen hambre y sed de justicia' y de vida
eterna", en la tierra y en el paraíso, también, desde hoy mismo y para
siempre en la eternidad venidera, del nuevo reino de los cielos.
EL REINO DE DIOS ES VERDAD, PAZ Y JUSTICIA INFINITA
Es por esta razón, que el reino de los cielos "no es comida ni bebida"
para ángeles del cielo, ni para la humanidad entera del paraíso, ni de
la tierra, tampoco, "sino justicia, paz, gozo y felicidad infinita",
únicamente "en el Espíritu Santo de Dios y en el fruto de vida eterna"
de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Por lo tanto, nosotros
"estamos llamados", por nuestro Creador y Padre Celestial de nuestras
almas infinita, "ha creer en la verdad y en la justicia celestial" de
su Hijo amado, "para entonces vivir la vida eterna", desde ahora mismo
en todos los lugares de la tierra, mucho antes de regresar al
paraíso.
Ya que, todos los que deseen vivir en sus vidas celestiales del más
allá, "entonces tienen que vivir en la verdad y en la justicia eterna"
del Árbol de la vida, el Señor Jesucristo; y si no "han de morir
infinitamente" en sus pecados eternos, por los cuales "no hay
salvación alguna", ¡salvo en invocar y creer en el Mesías! Porque todo
pecado del hombre "es injusticia inmoral" y, es, a la vez, "eterna
también", para mal de su alma, en esta vida y en el más allá, para
siempre.
Fue por esta razón, de que Dios "llamo a Adán a comer y beber del
fruto de la vida" y de todos los árboles del paraíso, pero "jamás del
árbol de la ciencia" del bien y del mal, "para que su corazón no sufra
y su alma no muera nunca", en el paraíso y en todo el reino celestial.
Porque "sólo en el fruto del Árbol de la vida hay verdad y hay
justicia", para todo ser creado del cielo y de toda la tierra,
también, "y más no en el fruto del árbol prohibo", prohibido
tajantemente al hombre por Dios y por su justicia eterna, de la vida
santa del paraíso y del nuevo reino celestial, por ejemplo.
Es por eso, que "cuando Dios hablaba con Adán", entonces "Dios mismo
se dio cuenta" de que en el corazón de Adán "faltaba el conocimiento
de la verdad y de la justicia celestial de su Hijo amado", para seguir
viviendo "y así crecer espiritualmente hacia él y hacia su nueva vida
celestial", del nuevo reino venidero del cielo. Y "sin la verdad y la
justicia del Señor Jesucristo viviendo" en el corazón del hombre,
entonces nuestro Dios "no puede tener ninguna comunicación alguna",
con él ni con ninguno de los suyos, tampoco, eternamente para
siempre.
Además, "Dios decidió llevar" a Adán, por "el camino de la verdad y de
la justicia eterna de su Hijo amado" y de toda vida del reino de los
cielos, para que "su corazón conociese a su Dios y Creador de su
vida", al "tan sólo comer y beber de su Hijo", desde aquel momento y
para la eternidad. Y "esto fue algo que Adán ni Eva jamás entendieron"
en sus corazones y en sus espíritus humanos, y "sólo hasta que fue
demasiado tarde" para ellos y para sus descendientes, por ejemplo, en
el paraíso y en la tierra, también (como ha sucedido diariamente con
mucha gente a través de los tiempos y hasta nuestros días, por
ejemplo).
En vista de que, la nueva vida del nuevo reino de los cielos, "sólo se
vive en la verdad y en la justicia sobrenatural de su Hijo amado", ¡el
Señor Jesucristo! Y "sin esta verdad y justicia celestial de Dios y
del Señor Jesucristo", entonces "no es posible la vida de ningún ángel
del cielo", ni mucho menos "de ningún hombre o mujer del paraíso" o de
la tierra, de nuestros días y de siempre, por ejemplo. En verdad, todo
ser que debería estar vivo, entonces estará muerto, porque el SEÑOR no
es parte de su vida (o no vive en su corazón), "para cumplir toda
verdad y toda justicia celestial", salvadora e infinita para su alma
viviente, en la tierra y en el paraíso, también.
Por ello, hoy en día más que nunca "necesitas la verdad y la justicia
salvadora" para tu alma infinita, mi estimado hermano y mi estimada
hermana, "para que te alejes de las profundas tinieblas", como de las
que te han estado haciendo daño en tu vida y así puedas ver
claramente, "en la luz de Cristo": tu única vida eterna. Y esta vida
eterna "no la puedes perder jamás", como Adán perdió la suya, o como
perderás tu misma vida terrenal algún día no muy lejano, a causa del
pecado o de la muerte de Lucifer o del ángel de la muerte, en el
infierno, por ejemplo.
"No debes perder jamás" la vida del Señor Jesucristo (o Mesías) en ti,
por ninguna mentira (religiosa o no) de Lucifer, ni por ninguna razón
de los labios pecadores y pecadoras de toda la tierra, del ayer, de
hoy y de siempre. Porque "esta vida eterna" de Dios y de su Espíritu
Santo "ha sido creada para ti", "sólo por medio del fruto del Árbol de
la vida", su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los tiempos.
Además, esta vida nueva "es tan gloriosa y tan honrosa", la cual "no
se puede comparar a nada por más glorioso que sea en todo su esplendor
infinito del reino de los cielos", salvo a nuestro Dios mismo y a su
Hijo amado, por ejemplo, en el poder sobrenatural de la santidad
infinita de su Espíritu Santo. Por ende, "tú necesitas" de Dios y de
su Jesucristo para seguir viviendo en la tierra y así también
posteriormente en tu nueva vida del paraíso y del nuevo reino
inmortal, como La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del cielo, por
ejemplo, en donde "sólo veras todo por la luz de Cristo", en todos los
días de tu vida eterna. (Porque hoy en día, así como Adán y Eva, tú
mismo y muchos "ven sus vidas por medio del espíritu de error" y de
gran decepción y maldad infinita de Lucifer y de la serpiente antigua
del Edén, por ejemplo; y nuestro Dios ha cambiado todo este mal
terrible en tu vida, por amor a nuestro salvador Jesucristo.)
Por esta razón, nuestro Dios te llama desde siempre, desde los
primeros pasos del hombre en el paraíso y por toda la tierra, también,
a que veas tu vida sólo por medio de su fruto de vida eterna, su Hijo
amado, ¡el Señor Jesucristo! De otra manera, "no podrás" realmente
jamás "tener luz" en tu vida "para ver la vida eterna", por la cual
Dios te creo en sus manos santas, en el comienzo de todas las cosas,
en el más allá, sino que "seguirás viviendo en tus profundas tinieblas
de siempre", de la perdición eterna del infierno y del lago de fuego,
también.
Y "de sólo ver nuestro Dios" que "tú caminas hacia este terrible
destino" de tu vida día y noche y sin parar, del cual "jamás podrás
escapar", entonces "él sufre igual" como "su Hijo amado sufrió por
ti" (cuando entregaba su sangre santa y toda su vida para redimirte de
los males eternos de Lucifer y del más allá, también). Por lo tanto,
nuestro Dios "no ha creado", en su verdad y en su justicia celestial,
"el fuego eterno" del infierno o del lago de fuego, por ejemplo, "para
el alma preciosa" del hombre, "sino para Lucifer y para sus espíritus
rebeldes" a Él y a su fruto de vida eterna, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo!
Porque "tanto Lucifer", como cada uno de sus ángeles caídos, en los
corazones de los pecadores y pecadoras del mundo eterno, desde la
antigüedad y hasta nuestros días, "es infinitamente rebelde a Dios y a
su fruto de vida eterna", ¡el Señor Jesucristo! Es por eso, que
nuestro Dios "te ha estado llamando" todos estos tiempos, "por los
poderes sobrenaturales de su Espíritu de verdad y de su justicia
eterna" de su Árbol de vida, "para que conozcas su amor y sus muchas
buenas promesas de vida y de bendiciones infinitas", para tu alma
viviente, en esta vida y en la venidera, también.
Entonces sin más esperar "afiérrate a la verdad y justicia celestial"
de tu Creador y de tu salvador eterno, su Hijo amado, "el gran rey
Mesías de tu rectitud infinita", para que "vivas" y así jamás tengas
que morir en esta vida, ni en el más allá, tampoco, para siempre. Y
sólo así "tú mismo", mi estimado hermano y mi estimada hermana, "veras
la vida eterna", en "la justicia, en la gloria, en la paz, en la
verdad" de nuestro Dios y de su Árbol de vida infinita, en la tierra y
así también en el nuevo reino celestial, como en La Nueva Jerusalén
Santa e Infinita del cielo.
LOS ENTENDIDOS DE DIOS POR JESUCRISTO SON LUZ DEL NUEVO REINO
Por lo tanto, "los que aman a su Dios" por Jesucristo, "entonces son
los entendidos" que resplandecerán con el resplandor del firmamento en
la luz de su Espíritu, para gloria infinita del nombre de su Hijo, el
Árbol de la vida; y los que "enseñan justicia a sus pueblos", como las
estrellas "brillaran en su rectitud celestial", para la eternidad.
Ellos son "la luz del nuevo cielo" de Dios y de sus huestes
celestiales; pues, "han de vivir infinitamente 'una vida mucho más
gloriosa' y honrada" que la de los ángeles del cielo, por ejemplo,
porque únicamente "el fruto de la vida eterna (y no ídolos) es parte
de sus corazones" y de sus vidas, en la nueva eternidad celestial.
Entonces, "ellos son los escogidos de Dios", "para amar y servir su
nombre santo" por los siglos de los siglos, no sólo en sus corazones,
sino también "con cada uno de sus hermanos y hermanas de toda la
tierra", es decir, de los que han recibido al Señor Jesucristo como su
único y suficiente salvador de sus vidas infinitas. Y "uno de estos",
en sus millares, en la tierra y así también en el nuevo reino
celestial, de los que brillaran infinitamente en la justicia y verdad
de Dios, y aun mucho más que los ángeles del cielo, "eres tú mismo",
hoy en día, "para vivir y gozar la vida eterna", mi estimado hermano y
mi estimada hermana.
Realmente, "esta vida infinita es", no la que conoces hoy, sino la del
Fundador de tu vida, en la tierra y en el más allá, también, como en
su nuevo reino celestial, "la que no tendrá fin", porque la justicia
de la presencia de Dios "jamás dejara de ser", en tu corazón y en tu
alma viviente, también. Y "has de resplandecer en tu corazón" día y
noche delante de Dios y de sus huestes celestiales en la tierra y en
el paraíso, igual, "porque el Señor Jesucristo vive en tu corazón",
desde el momento que "creíste e invocaste" su nombre sagrado, "para
que borres tus tinieblas" y jamás dejé de ser en ti, eternamente y
para siempre.
Y, hoy en día, aunque no lo creas así, "desde el momento que aceptaste
en tu corazón el nombre salvador de tu vida eterna", el Señor
Jesucristo, "entonces los ángeles ya no ven tinieblas en tu alma",
sino "sólo la luz más resplandeciente que el sol", para gloria y para
honra eterna de nuestro Dios que está en los cielos. Y así como Dios,
los ángeles también "ven tu luz celestial", porque "el nombre del
Señor Jesucristo te ha liberado" de todos los males del más allá, para
que "ya no vivas y camines por la tierra, en las tinieblas" de la
muerte eterna, sino "en la luz de su Árbol de vida" eterna, ¡el Señor
Jesucristo!
Es decir, también, de que "si vives y caminas en la luz del Árbol de
la vida", por tu andar por la tierra, entonces "los ojos de Lucifer y
de sus ángeles rebeldes ya no te seguirán", sino "sólo los ojos de
Dios", de su Espíritu, de su Jesucristo y de sus huestes celestiales,
"para ayudarte y bendecir tu vida". Y "ellos han de ayudarte y han de
santificar tu vida" día y noche y por los siglos de los siglos, en la
nueva eternidad venidera de Dios y de su nueva humanidad infinita,
"porque tu luz 'es igual' a la de ellos", brillante y gloriosa, ni más
ni menos, eternamente y para siempre.
Por lo tanto, ellos mismos "te ayudaran y te santificaran", con
oraciones y con los poderes sobrenaturales del Espíritu Santo que vive
en sus corazones, para que "crezcas por siempre, y no te falte nada
jamas, en el servicio glorioso de Dios y de su nombre santo e
infinitamente glorioso, en tu corazón y en toda tu nueva vida
celestial". Y sólo entonces "conocerás y entenderás" por siempre, en
tu corazón y en tu alma viviente, también, "porque fue que Dios mismo
te saco" en el comienzo de todas las cosas, desde el fondo de la
tierra, "para formarte en sus manos" en su imagen y conforme a su
semejanza celestial e infinita, del nuevo reino venidero del cielo.
En verdad, en aquellos días, "veras lo que jamás tus ojos vieron ni
paso por tu mente", tampoco; pues, "entenderás lo que jamás tu
corazón, ni tu mente pudieron entender, ni menos conocer", por culpa
de la ceguera espiritual de las tinieblas del pasado, de las cuales
viven en ti, porque "naciste en pecado", "y Cristo no era tu
salvador". Y todo esto "será una realidad infinita" en tu vida, por la
cual "fuiste creado en el principio", para que "jamás dejes de amar a
tu Dios y Creador de tu alma eterna" en la nueva eternidad venidera,
de la nueva vida celestial e infinitamente de Dios y de su Árbol de
vida, del nuevo reino de los cielos.
Ciertamente, «has de caminar diariamente en los poderes sobrenaturales
de la luz de Dios, para que maravillas, milagros y prodigios
terrenales y celestiales se manifiesten en tu corazón», aunque no lo
sientas así, para que muchas de las bendiciones que no recibiste en tu
vida, por culpa del mal de Lucifer, «entonces entren en tu vida, como
nunca antes». Y "Dios ha de ayudarte para bendecir tu vida", con los
poderes sobrenaturales de su Espíritu y de sus frutos de vida y de
salud del Árbol Viviente del paraíso, "porque para esto Dios te ha
llamado de las tinieblas" de la tierra "y en las cuales vives", hoy en
día, "por falta de conocimiento del nombre del Señor Jesucristo".
Además, "nuestro Dios jamás podrá hacer nada por ti", ni por ninguno
de los tuyos tampoco, "si no caminas en su verdad y en su justicia
celestial" de su fruto de vida eterna, ¡el Señor Jesucristo!
Igualmente, "jamás podrás ver, ni menos entender", nada de nada en tu
vida, "por la presencia de las muchas tinieblas del pecado", las
cuales "te siguen" día y noche, "cegando tu corazón y todo tu espíritu
humano", por donde quieras que vayas en toda la tierra y hasta que "te
entreguen a tu muerte eterna" del mismo infierno.
Pero "lo que debes de entender aquí", mi estimado hermano y mi
estimada hermana, "es que nuestro Dios 'no te ha creado para la
muerte', ni para la destrucción" de tu alma entre las llamas del
infierno o del lago de fuego, (la muerte final de todo pecador), "sino
todo lo contrario" a todo este mal terrible del más allá. En realidad,
"nuestro Dios te ha creado" y, a la vez, "te ha formado en sus manos
santas", en su imagen y conforme a su semejanza celestial, "para que
goces de su misma vida eterna", ni más ni menos, "sólo en los poderes
sobrenaturales de la verdad y de la justicia infinita" de su fruto de
vida eterna.
Porque la vida de nuestro Padre Celestial "está llena de la verdad y
justicia celestial de su Hijo amado", ¡el Señor Jesucristo! Y así
también "cada ángel del cielo vive" su vida infinita, "en la misma
vida gloriosa de su Creador": por lo tanto, tú también "tienes que ser
lleno de la verdad y de su justicia infinita" de su Árbol de vida
eterna, ¡el Señor Jesucristo! Y sólo entonces entenderás por fin toda
verdad y toda justicia de Dios en tu corazón para bien de tu vida y de
los demás, también, en donde sea que te encuentres viviendo en todos
los lugares de la tierra, por ejemplo, de hoy en día y de siempre.
Porque "esto es verdad y justicia infinita", de las cuales "edifican,
sanan y salvan infinitamente el alma viviente" de cada hombre, mujer,
niño y niña de la humanidad entera, "sin abandonar la vida de ningún
pecador o pecadora de toda la tierra, hoy en día ni jamás, en toda la
vida de la tierra, de nuestros días y de siempre. Y esto debe de ser
así contigo, desde hoy mismo, "con tan sólo creer en tu corazón y así
confesar con tus labios", de que el Señor Jesucristo "es su Hijo
amado", para cumplir toda justicia y verdad eterna de nuestro Padre
Celestial y Fundador Infinito de tu nueva vida celestial, en la tierra
y en la eternidad venidera.
¡Que reine la verdad y la justicia del Señor Jesucristo en tu corazón,
para gloria y alegría infinita de nuestro Dios y Creador de nuestras
almas infinitas, en la tierra y en el cielo, eternamente y para
siempre!
El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo
es contigo.
¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!
Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el
nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras
almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y
honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el
cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo
amado, el Señor Jesucristo.
LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS
Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la
verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para
que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la
voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero
todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu
vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos
termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad.
Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y
noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber
desobedecido a la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos
estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor
Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe
en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la
presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus
infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también,
en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley
santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas
las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado
hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar
cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de
bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada
señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y
celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra,
del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino
de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de
Israel y de las naciones!
SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS
Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu
corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la
tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde
los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del
reino de los cielos:
PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".
SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la
maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la
cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia
por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos".
TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios,
porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano".
CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será
sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el
forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová
hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y
lo santificó".
QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da".
SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".
SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".
OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".
NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu
prójimo".
DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo".
Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos
males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos,
también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de
Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos
desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú
no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los
tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días
de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy.
Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que
sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada
una de sus muchas familias, por toda la tierra.
Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos
juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia
santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras
almas:
ORACIÓN DEL PERDÓN
Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de
tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu
reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la
tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial
también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y
la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ".
Juan 14:
NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.
¡CONFÍA EN JESÚS HOY!
MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.
YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS
TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.
- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y
su MUERTE.
Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):
Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer
día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu
vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.
QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL
SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un
pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su
SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi
pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi
SALVADOR.
¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?
¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?
Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una
nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:
Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios,
orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El
ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en
un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema
autoridad. Habla de Cristo a los demás.
Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de
Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su
palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en
gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata
a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con
frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para
que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.
Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que
te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así
comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.
El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de
Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es
la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la
tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras
almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan
tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y
de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa
de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra:
imploraré por tu bien, por siempre.
El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de
Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que
respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso!
Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de
todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor
al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y
como siempre, por la eternidad.
http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp?playertype=wm%20%20///
http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx
http://radioalerta.com
Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica
(SENTIMOS MUCHO EL PESAR DE TODO BRASIL
Nuestro más profundo pésame a todas las familias brasileñas por las
victimas de la tragedia área en el aeropuerto de Congonhas, en Sao
Paulo, Brasil. Nuestros corazones se entristecieron y lamentaron mucho
al conocer el sufrir de nuestros hermanos y hermanas, al no poder
recibir más a sus muy amados de regreso a sus brazos y en sus casas.
(Pues todos nos volveremos a ver, y ésta vez para siempre en el cielo,
porque nos conocemos en el SEÑOR y en su Espíritu Santo, a pesar de la
distancia, gracias a Jesucristo.)
Por ahora, estamos orando por ellos y por sus familias, también, como
siempre. Sabemos muy bien, de acuerdo a la escritura y buenas promesas
de nuestro Creador, que todas estas vidas preciosas del SEÑOR y de su
Jesucristo están viviendo sus nuevas vidas celestiales, en el paraíso
de nuestros primeros pasos de vida, de nuestras vidas terrenales y del
reino de los cielos, también.
Le damos las gracias a nuestro SEÑOR por cada una de ellas, porque
sabemos que están con él y con su Árbol de la vida eterna, en donde
nuestro SEÑOR "llevo a Adán y a Eva" a que coman y beban de sus frutos
de vida y de salud infinita para sus cuerpos eternos, para que no se
alejen de él, jamás. Porque así como hizo con Adán y Eva, pues así
también nuestro Dios hace con cada hombre, mujer, niño y niña del
mundo entero, que sube al paraíso de regreso a su vida celestial, en
su día, en el día señalado del SEÑOR, para empezar la nueva eternidad
venidera de su flamante reino sempiterno, por ejemplo.
Porque es verdad y justicia para nuestro Dios, "de hacer lo mismo que
hizo con nuestros primeros padres", de llevarlos por "el camino de la
verdad y la vida", para que coman y beban de su fruto de vida, al
igual que confió en su corazón santo, de que algún día Adán y Eva lo
hiciesen así, para cumplir toda verdad y justicia infinita en sus
almas eternas. Realmente, ellos son felices con su Dios y con su fruto
de vida eterna, en sus nuevas vidas infinitas, las cuales no conocerán
jamás el fin ni el mal de todas las cosas, sino sólo paz, gloria,
verdad, justicia, amor y mucha vida con muchas y gloriosas bendiciones
de nuestro Padre Celestial y de su Espíritu Santo.
Y todas estas bendiciones de glorias y verdades infinitas, como el
fruto de la vida eterna, por ejemplo, en los corazones y en las almas
de nuestros desaparecidos hermanos brasileños y hermanas brasileñas,
son realmente "gracias al favor sobrenatural y a la gracia infinita"
de nuestro gran salvador eterno y de todos los tiempos, ¡el Señor
Jesucristo!
Hemos de seguir orando y sin cesar por nuestros hermanos brasileños y
hermanas brasileñas de siempre, delante del SEÑOR, en el nombre
sagrado de su Hijo amado, nuestro salvador Jesucristo, para que su
Espíritu Santo y con sus muchos dones de paz, gozo, felicidad y
sosiego abriguen sus almas eternas, también, para que "entiendan" que
"sus amados viven".
Ellos no están desaparecidos, como muchos de nosotros pensamos, sino
que están con el SEÑOR y en el paraíso, también, en su primera casa y
hogar familiar del cielo, gozando de sus frutos y del agua de vida y
de salud eterna del Árbol de Dios, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo! ¡Amén!)
(Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo)
JUSTICIA:
"Es el derecho eterno" a lo que "le pertenece justamente" a una o
varias personas. Éste derecho fundamental a que "la vida santa le
pertenece a Adán" y a cada uno de sus descendientes, no se lo puede
arrebatar nadie, ni ningún poder del más allá. Es por esta razón, que
"la motivación que ha movido a Dios", a su Espíritu Santo y con
posterioridad "ha restaurarle este derecho único y perpetuo al hombre,
"no ha cesado nunca, desde los primeros días de vida del hombre en el
paraíso y hasta nuestros días en toda la tierra, por ejemplo.
Porque el deseo constante de Dios, para con el hombre, "es de
restituirle cada uno de sus derechos celestiales de vida eterna", no
sólo "en el paraíso, en la tierra", sino también "en todos los lugares
del reino de los cielos", para que "pueda vivir su vida normal" y más
no muera jamás. Porque la verdad es que el hombre "tiene derecho a
caminar y acceso" a todos los lugares del reino de los cielos y hasta
aun en los más recónditos del más allá, los cuales "sólo le pertenecen
al SEÑOR", único Creador del cielo y de toda la tierra.
Es más, "ni aun los ángeles" más santos del reino "tienen tanto
derecho a vivir" en el cielo, y "ha ingresar a los lugares muy santos
y muy preferidos" de nuestro Padre Celestial, como el hombre del
paraíso y de toda la tierra, también, por ejemplo, lo tienen
infinitamente, por inicio propio. Y es por esta razón, mucho más que
ninguna otra, que Lucifer y muchos de sus ángeles rebeldes, por
ejemplo, "nos envidian tanto" y aun hasta la muerte de cada uno de
nosotros, en el paraíso, en la tierra y en el más allá, también (y
aunque tú, ni los tuyos, lo crea así, es verdad, mi estimado
hermano).
En realidad, esta es una de las verdades más guardadas del enemigo de
nuestras almas eternas; "ciertamente Lucifer no desea" que tú, ni
ninguno de los tuyos, "conozcas esta gran verdad" en tu corazón jamás.
Entonces el enemigo "hace todo lo posible para esconderla de ti", con
mentiras para que así no sientas deseo de conocer a Dios, ni a su
Jesucristo, ni a su Espíritu, ni menos a ninguno de los lugares
eternos del reino celestial, de los cuales "sólo a ti te pertenece el
derecho" de conocerlos y de caminar por ellos infinitamente.
Conocerlos y caminar por siempre por sus lugares para "disfrutar su
grandeza y su profunda gloria celestial", en tu corazón y en toda tu
alma eterna, mi estimado hermano y mi estimada hermana, de la misma
manera como Dios y sus ángeles "viven y disfrutan infinitamente" de
cada una de ellas día a día y por siempre, por ejemplo. En verdad, el
reino de los cielos "es tan vasto", que realmente "no tiene fronteras"
con ningún otro lugar en el más allá; «y todo te pertenece a ti por
derecho propio», de acuerdo a la voluntad perfecta de nuestro Dios,
desde el día que nos formo en sus manos sagradas, en la tierra santa
del cielo.
Y, hoy en día, tu corazón, así como tu alma y todo tu cuerpo,
espiritualmente hablando, "clama por volver al cielo 'y regresar" a
los lugares santos y sagrados" que, por inicio, "nos pertenecen" para
vivirlos y gozarlos infinitamente, en nuestras vidas celestiales del
paraíso. Y "lo único que nos detiene" para regresar a nuestras casas
del cielo, a nuestros hogares eternos del paraíso, por ejemplo, es el
mismo pecado original de Adán y Eva en nuestras sangres humanas.
Pero esto "no es ningún problema alguno", en nuestras vidas, "si tan
sólo creemos" en nuestros corazones y "así confesamos" con nuestros
labios: la verdad y la justicia celestial de nuestro Padre Celestial y
de su Espíritu Santo y ¡del Señor Jesucristo! Es por esta razón, que
nuestro Padre Celestial, desde mucho antes que separara las aguas de
su firmamento y de la tierra, entonces "ya había comisionado,
apoderado" a su Espíritu Santo, para que "comience a descender" sobre
la tierra seca, porque Él es la vida y la sangre del pacto eterno,
entre Dios y el hombre de la humanidad entera.
Y luego de que nuestro Dios había enviado al mundo "al espíritu de la
sangre" y del Árbol de vida, para que "subyugue" a cada una de las
profundas tinieblas del más allá, en todos los lugares de la tierra,
entonces "crea al hombre" en su imagen y conforme a su semejanza
celestial, para que viva "únicamente su vida infinita". (De hecho, es
aquí cuando nuestro Padre Celestial te crea a ti, en sus manos
sagradas, mi estimado hermano y mi estimada hermana, para que vivas,
no la vida que vives, hoy en día, en la tierra, sino la del paraíso,
la de Cristo, su Hijo amado, ¡el Mesías!)
Primero Dios crea a Adán en sus manos; y luego "Dios vio que no era
bueno que él esté sólo", entonces lo duerme y de su quinta costilla
"saco a la compañera" de su vida, Eva; de igual forma, "ambos fueron
creados en las manos de Dios", pues, así también tu misma vida, mi
estimado hermano y mi estimada hermana. Que Adán haya sido creado
primero y luego Eva, para que "posteriormente tú también 'salgas' de
sus cuerpos", de sus carnes, de sus sangres, de sus almas y de sus
espíritus humanos, no importa (o no es gran diferencia) a nuestro
Dios, en el paraíso, en toda la tierra o en el nuevo reino de los
cielos, por ejemplo. Es decir, que "no importa quien nació primero o
último", en el cielo o en la tierra, lo que importa hoy en día y por
siempre, "si has comido" del fruto de la vida eterna, del cuerpo y de
la sangre del Árbol de vida.
Entonces lo que sí importa aquí y en el cielo, delante de Dios y de su
Jesucristo, «es que tú comas y bebas de su fruto de vida eterna, para
que tengas vida en abundancia, en la tierra y luego en el paraíso,
para entrar en el nuevo reino de Dios y de sus huestes celestiales, en
el más allá». Eso, "si es verdad y si es justicia" eterna, por tanto,
si importa mucho en el corazón, en el pensar y en el deseo infinito de
su Espíritu Santo y de su Hijo amado en tu vida y en la vida de cada
uno de los tuyos, también, mi estimado hermano y mi estimada hermana.
Entonces en este día, muy crucial para tu vida, así como lo fue para
Adán y Eva, en el paraíso, por ejemplo, "tú tienes que hacer una
decisión muy en serio" en tu corazón, y esto es para vida eterna. Es
decir, que "debes de creer en tu corazón", en "la verdad y en la
justicia infinita: de Dios, de su Espíritu Santo y de su Árbol de la
vida, en el paraíso, en la tierra y así también, "igual y
eternamente", en la nueva gran ciudad celestial del Gran Rey Mesías,
La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.
Porque "si no lo haces así" en tu corazón, para bien eterno de tu alma
viviente, mi estimado hermano y mi estimada hermana, entonces
"permanecerás infinitamente en la oscuridad de siempre", como en la
oscuridad del fondo de la tierra, o la oscuridad del vientre de tu
madre, por ejemplo, no para vivir, sino para morir infinitamente en tu
pecado. Y nuestro "Dios no desea que sigas perdido" en tus profundas
tinieblas del pasado o de la muerte eterna de tu corazón y de tu alma
viviente, sino que "regreses a la luz" que, en su gran día: "te vio
vivir, por vez primera", como "vio la vida de Adán" santa, perfecta,
feliz y pura, por ejemplo, "en el paraíso".
Y así no vuelvas jamás, ni ninguno de los tuyos, en sus millares, en
todos los lugares de la tierra, "ha alejarte de tu Dios y de su gran
verdad y justicia infinita", su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!
Porque "el alejarse de Dios es alejarse del Árbol de la vida", o
viceversa, "alejarse del Árbol de la vida es vivir ciego y lejos de la
verdad y de la justicia infinita" de tu Dios y Creador de tu alma
eterna, en esta vida y en la venidera, también, eternamente y para
siempre.
LA JUSTICIA ENGRANDECE EL CIELO Y ASÍ TAMBIÉN LAS NACIONES
La justicia "engrandece a la nación" hasta lo sumo delante de Dios,
pero "el pecado es afrenta" para los pueblos y "hasta la muerte más
cruel posible", en la tierra y en el más allá, como el mismo fuego
eterno del infierno y del lago de fuego, también, por ejemplo. Y esta
justicia de Dios "no es una justicia cualquiera", sino la que sólo
puede provenir del cielo, como del mismo Señor Jesucristo a tu
corazón, a tu alma y a toda tu vida, de hoy en día y del futuro, por
ejemplo.
Porque todo lo que somos, y hemos de ser infinitamente, "si
permanecemos fieles a Dios" y a su nombre santo, en nuestros corazones
y en nuestras vidas, es, ni más ni menos el mismo Señor Jesucristo de
siempre, en cada uno de nosotros, en el paraíso, en la tierra y así
también en el nuevo reino celestial. Y somos de Jesucristo, porque "de
él hemos salido para vivir la vida" gloriosa y sumamente honrada de
nuestro Padre Celestial, en el paraíso primero y así también en la
tierra, para posteriormente "entrar por fin": a vivir su gloria y su
paz infinita, en su nuevo reino celestial, como en La Nueva Jerusalén
Santa y Perfecta del cielo.
Y "esto es justicia para Dios" para con cada uno de nosotros, en
nuestros millares, en todos los lugares de la tierra, de que "vivamos
infinitamente en Él" y más "no muramos en Lucifer", jamás. Y "si hemos
de vivir", entonces "ha de ser por el mismo fruto de vida eterna", el
cual nuestro Dios mismo (y no un ángel del cielo) le lleva en su día,
por el camino, de la verdad, de la vida y de la justicia eterna del
paraíso y de toda la tierra, también, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo!
Y nuestro Padre Celestial "le ofreció" comer y beber de su Árbol de
vida eterna a Adán y a cada uno de sus descendientes también, "porque
era lo justo" en el paraíso y así también, hoy en día, en todos los
lugares de la tierra, como en un momento como hoy mismo en tu vida,
por ejemplo, mi estimado hermano. Y si nuestro Dios "te habla en su
justicia" y, a la vez, "te ofrece comer" del fruto del Árbol de la
vida, entonces "no se lo rechaces", jamás, para que no peques como
Adán y Eva, y causes más mal no sólo a tu vida, sino a muchos,
también. En realidad, este mal proceder de tu vida en contra de la
voluntad perfecta de Dios para tu vida y su gran rey Mesías, no seria
jamás verdad y justicia para tu vida, ni para la de nadie, jamás.
Recuerda una vez más, "antes de volver a pecar" ante Dios y ante su
Árbol de la vida eterna. No se lo rechaces como Adán y Eva lo hicieron
en sus días, por error y por engaño, por ejemplo, de la mentira mortal
del enemigo eterno, Lucifer, sino haz todo lo contrario, para bien de
tu alma y de tus nuevos días largos y eternos aun porvenir, en tu
futuro celestial de la tierra y, por supuesto, del cielo. Es decir,
que tienes que "aceptarla, consentirla, admitirla", en tu corazón y en
tu vida, también, para que comience hacer todas esas obras
sobrenaturales en tu alma viviente, con el fin de que sanes de tus
males y así puedas "comenzar a crecer": espiritualmente, corporalmente
y psicológicamente, delante de Dios y de su Espíritu Santo, también,
para una vida mejor.
Pues nuestro Dios nos ha creado "en su justicia divina" para darnos
siempre de él y más no de nadie más; y esto es, de realmente "darnos
día y noche" de su corazón, de su espíritu, de su alma y de su misma
vida santa e infinitamente gloriosa, llena por siempre de sus muchas y
honrosas bendiciones, del cielo. Además, es justicia y, a la vez,
correcto de nuestro Dios de siempre "darnos de su Jesucristo" día y
noche y por siempre en nuestras vidas en la tierra, y así también en
el más allá, en nuestras nuevas vidas celestiales del paraíso y del
nuevo reino venidero, para que "crezcamos" con el propósito de
conocerle aun más que antes. Porque la comida y bebida de Dios te hace
crecer infinitamente, espiritualmente hablando, para que conozcas por
siempre su voluntad perfecta para con tu vida infinita, su justicia y
su verdad inmortal, su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los
tiempos.
Por deducción, "la justicia de nuestro Dios" para con sus ángeles del
cielo y así también para con cada hombre, mujer, niño y niña de toda
la tierra, comenzando con Adán y Eva en el paraíso, por ejemplo, "es
para siempre", para la nueva eternidad venidera de la tierra y del más
allá, también. Es decir, que la justicia del corazón de nuestro Dios
"no tiene principio ni fin" tampoco en él, ni en ninguno de sus seres
creados, como ángeles del cielo y así también como cada ser viviente
de la humanidad entera, comenzando con Adán primero, en el paraíso,
por supuesto, en sus primeros días de vida y de gloria celestial.
Y nuestro Dios comenzó "a manifestar de su justicia" primero con Adán,
como en el día que le ofreció comer del fruto del Árbol de la vida,
porque él fue "su primer obra" de sus manos santas en el paraíso y,
hoy en día, en toda la tierra, también, "sólo por medio" de la fe, de
su Hijo, ¡el Mesías! Es por eso, que la justicia de nuestro Dios "ha
esperado pacientemente" por cada uno de nosotros, desde mucho antes
que fuésemos creados en las manos de Dios, para "llevar su imagen y
vivir infinitamente" según su semejanza celestial, en el paraíso, en
la tierra y posteriormente en su nueva vida celestial del nuevo reino
venidero, por ejemplo.
Por lo tanto, "es justo" para nuestro Dios que nosotros "tengamos"
todo lo que necesitemos en nuestras vidas, por amor infinito y por
justicia propia, porque nuestro Dios "no nos creo" en sus manos santas
"para sufrir necesidades" de ninguna naturaleza, en el paraíso, en la
tierra, ni menos en el nuevo más allá venidero, sino todo lo
contrario. Ciertamente, nuestro Dios "nos ha sacado" del fondo de la
tierra y de sus profundas tinieblas con sus manos santas, "para que
gocemos" de su vida infinita y de su felicidad eterna, la de su Hijo
amado, ¡el Árbol de la vida y de salud eterna del cielo, de la tierra
y del nuevo reino celestial!
Es por eso, que nuestro Dios "nos ha dado lo mejor de su vida
personal" y así también "lo mejor de la vida misma" sumamente honrada
e infinitamente gloriosa de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado,
¡el Señor Jesucristo! Y esto es algo que Dios "jamás ha hecho con
ningún ángel del cielo", desde los días de la antigüedad y hasta
nuestros días, por ejemplo, "salvo con el hombre" de toda la tierra,
como hoy en día contigo, mi estimado hermano y mi estimada hermana. Y
nuestro Dios obra así contigo, por amor a su verdad y a su justicia
infinita viviendo en tu corazón, el Señor Jesucristo.
Y "como demostración" de que nuestro Dios "nos ha dado" su vida santa
y gloriosa de su corazón y del nuevo reino celestial, entonces el
Señor Jesucristo "no escatimo su propia vida", cuando caminaba
diariamente por las calles de las ciudades de Israel, hablando del
amor de Dios a los que tenían sed, de justicia y de su verdad eterna.
Ni menos "huyo del fuego ardiente", de los árboles cruzados de Adán y
Eva, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén,
sino que "enfrento" a la muerte del alma del hombre, "como un buen
soldado" del reino de los cielos, para "alcanzar glorias y vida
eterna", para la nueva vida de su nueva humanidad celestial.
"Matando", al mismo tiempo, "al ángel de la muerte", y a cada una de
sus huestes infernales del bajo mundo de los espíritus y almas
perdidas, "con su propia vida santa" e infinitamente pura, "de acuerdo
a la Ley" de Dios y de Moisés, por ejemplo, "completamente satisfecha"
y sumamente honrada, "en su corazón y en su sangre sobrenatural",
también. Es decir, que "la Ley de Dios ha triunfado" gloriosamente
"sobre el pecado, 'sus maldiciones' y su muerte eterna", en la tierra,
en el infierno y en el lago de fuego, también, "para bien de Adán" y
cada uno de sus descendientes, en todos los lugares de la tierra,
desde la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo.
Y es precisamente "ésta justicia" del más allá, la cual "ninguno de
nosotros podía alcanzar jamás" en nuestros corazones, en nuestros
espíritus, en nuestras almas y en nuestras vidas infinitas, "hasta que
el Señor Jesucristo llega a Israel" y, a la vez, como hoy en día "a
nuestras vidas, también", por el poder del Espíritu Santo y la palabra
viva. Porque sin el Señor Jesucristo "entonces Israel no podía tener
justicia", ni menos ninguna nación de toda la tierra; es más, todos
estaban "viviendo en las profundas tinieblas" de siempre, "hasta 'la
aparición del Señor Jesucristo' y de su palabra viva", sobrenatural,
todopoderosa y muy milagrosa, e infinitamente llena de vida y de salud
eterna, para el alma del hombre.
Es por eso, que "sólo el Señor Jesucristo", delante de Dios y de su
Espíritu Santo, "es la justicia salvadora del alma viviente" del
hombre de toda la tierra, hoy en día y como siempre en la eternidad
venidera, del nuevo reino de los cielos. Y "sin la justicia
manifestada" a nuestras vidas de Dios y de su Hijo amado, el Señor
Jesucristo, entonces "el enemigo eterno" de nuestras vidas, "como
Lucifer", por ejemplo, "podía" muy bien "continuar arrebatándonos"
todas las cosas, de las cuales "legalmente nos pertenece" a nosotros,
para "destruir nuestras vidas y nuestra fe", en Dios y en el Señor
Jesucristo.
Y "esto es muerte eterna", desde ahora para cualquier hombre, mujer,
niño o niña de la humanidad entera; de hecho, "esto es un mal"
terriblemente peligroso, "no conocer al Señor Jesucristo", para "la
existencia de toda vida humana", en el paraíso y en toda la tierra.
Por lo tanto, "es justicia eterna", en contra de todos los males del
enemigo, grandes y pequeños, cuantiosos o no, "para el corazón del
hombre" delante de Dios y de su Espíritu Santo, "invocar, 'conocer y
profesar' el nombre sagrado del Señor Jesucristo", para bendición,
protección, sanidad y sobre todas las cosas, "salvación infinita".
Porque el Señor Jesucristo "ha descendido del cielo" con "la justicia
celestial de nuestro Padre Celestial" y de su vida sumamente santa y
honrada del paraíso; pero Lucifer "ha entrado al mundo", para "mentir,
robar, matar y destruir" todo lo que es vida y de Dios en el corazón,
en el alma y en la vida de la humanidad entera. Es por eso, que "sin
el Señor Jesucristo en nuestras vidas", entonces "Lucifer" y cada uno
de sus seguidores fieles, "tiene poder" (y la puerta bien abierta)
"para seguir mintiéndonos, robándonos, matándonos y destruyéndonos",
hasta "que no quede nada de nada" de nosotros en toda la tierra, como
en el paraíso, por ejemplo, con Adán y Eva.
BENDITOS POR DIOS SON LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DEL ÁRBOL DE LA VIDA
Dichosos los que tienen "hambre y pasión por la justicia y la verdad
salvadora de Dios", porque "ellos serán saciados por el SEÑOR". Estos
son de los que tienen "hambre y anhelo de vivir la vida" gloriosa y
sumamente honrada de su Creador y de su Árbol de vida, el Señor
Jesucristo, libres de los males del pecado; es decir, que "ellos
claman en sus espíritus", en sus corazones y en sus almas eternas, por
"la llenura celestial del Mesías" en sus vidas.
Esto "es justicia del corazón y del alma eterna" del hombre, "sólo
posible en la verdad y en la vida sagrada" de su Árbol de vida eterna,
¡el Señor Jesucristo! De hecho, esto es el Espíritu de Dios "obrando
en sus vidas", para que "comiencen a sentir" la bendición de Dios, la
cual "los llena de la verdad, la vida y la santidad y de la felicidad
celestial" de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!
Porque es el Espíritu de Dios "quien nos hace sentir 'el deseo' de
justicia y de la verdad viviente" del corazón y del alma gloriosa, de
nuestro Padre Celestial que está en los cielos; pues de otra manera,
"no somos felices jamás", en el cielo, ni menos en la tierra, "sin el
sentir del SEÑOR" en nuestras vidas. Y cuando el Espíritu de Dios
"comienza a obrar en nuestras vidas", en sus diferentes formas, como
lo suele hacer, entonces "esto significa que Dios nos está llamando",
para que nos levantemos hacia él y dejemos atrás las tinieblas de
siempre, las cuales "nos llevan día y noche hacia la destrucción
eterna", del fuego del infierno, en el más allá.
En la medida en que, "cada tiniebla" del enemigo "es una distancia
larga de recobrar", desde nuestros corazones y hacia nuestro Árbol de
vida eterna, ¡el Señor Jesucristo! Es por esta razón, que desde el
comienzo de todas las cosas, en el reino de los cielos y en toda la
tierra, también, nuestro Padre Celestial "envió a su Espíritu Santo
primero", para subyugar todas las profundas tinieblas del más allá,
"sobre toda la faz de la tierra y hasta 'levantar al hombre' del
subsuelo", con mucho poder celestial.
Entonces "sólo el poder sobrenatural" del Espíritu Santo y así también
del Señor Jesucristo "podían realmente levantar" al hombre del
subsuelo de la tierra, "como en el día que el Espíritu de Dios tuvo"
que entrar en el vientre virgen de la hija de David, para que a los
nueve meses entonces "darnos vida eterna", ¡el Mesías! Ya que, "sólo
el Mesías es la vida eterna" del paraíso y de todo ser creado en toda
la creación de Dios, "incluyendo primordialmente al hombre", en toda
la tierra, de nuestros días y de siempre, en la nueva eternidad
venidera.
Entonces "éste mismo Espíritu Santo" de Dios posteriormente "tuvo que
levantar al Señor Jesucristo" desde el centro de la tierra, "como en
el día que levanto al hombre perdido" de las mismas tinieblas de la
tierra, para que "las manos de Dios lo formase en su imagen y conforme
a su semejanza celestial e infinita de su nueva vida eterna". Y
nuestro Padre Celestial "hizo todas estas cosas" en el principio, y
con su Espíritu Santo, también, "para no sólo levantar al hombre" de
su condición espiritual de perdición eterna, del bajo mundo de los
muertos, sino también "para llenarlo de su verdad y de su justicia
infinita" de su nueva vida venidera, para su nuevo reino celestial.
Porque nuestro Dios "busca un nuevo reino celestial" desde la
antigüedad, no en los ángeles del cielo, sino "en la vida de cada
hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera", de los cuales él
mismo los "ha formado en sus manos santas", para "este gran propósito
venidero" de su nueva vida celestial, sea entonces "una realidad
infinita". Y nuestro Dios "los levanto del mismo polvo" de la muerte
eterna, de las mismas profundas tinieblas del corazón perdido de
Lucifer, "no para que sean de sus enemigos", como Lucifer, por
ejemplo, sino que sean "para su nueva vida infinita", la cual ha
salido ya de su Árbol de vida para la eternidad, su Hijo amado, ¡el
Señor Jesucristo! Entonces tanto el hombre y como Jesucristo fueron
levantados por Dios y por su Espíritu para la vida y de las mismas
profundas tinieblas de siempre, la única diferencia de entre los dos,
fue que Adán peca y Jesucristo no; así Dios comenzó su nueva vida
infinita, en la resurrección no del pecador, sino del Mesías fiel, su
Hijo amado.
Porque por "esta justicia infinita" de su Hijo, fue la razón por la
cual "Dios comenzó a amar al hombre en su corazón", para "redimir su
alma" del mal del enemigo en el más allá, en toda la tierra y para
posteriormente "entregarle su nueva vida celestial", sin jamás
escatimar nada de ella hacia su nueva vida celestial e infinita. Y
ésta nueva vida celestial, "es la que jamás conocerá el pecado", ni
ninguno de sus males en su "nuevo cuerpo glorificado", el cual
recibirá del mismo Árbol Viviente, para poder entrar al cielo y vivir
su vida angelical, por la cual Dios lo llamo en el comienzo de todas
las cosas, por inicio, desde las tinieblas de la tierra.
Ni tampoco esta nueva vida celestial del hombre "ha de conocer jamás
el fin de sus días", en la tierra "ni menos en el nuevo reino de los
cielos", como en La Nueva Jerusalén Celestial e Infinita del cielo,
por ejemplo, sino todo lo contrario. Esta vida del hombre "sólo
conocerá a su Dios y a su gran rey Mesías", en "los poderes
sobrenaturales de la vida misma gloriosa y sumamente honrada de su
Espíritu Santo, para sólo ser feliz y gozar la vida eterna, en su
corazón y en su alma, por ejemplo, desde ya en la tierra para regresar
luego al paraíso pronto".
Fue por esta razón, que nuestro Dios "envió primero a su Espíritu
Santo", para que subyugue a cada una de las profundas tinieblas del
más allá, "sobre toda la faz de la tierra", con el propósito de
"redimir, al hombre y a la mujer de sus males eternos", sólo posible
"por su justicia sin igual e infinita", ¡el Señor Jesucristo! Y
nuestro Dios "fue infinitamente bueno" para con cada uno de nosotros,
porque "aun estando muertos" entre las profundas tinieblas del más
allá del corazón de la tierra, entonces "oyó nuestro clamor" personal:
por la verdad y por la llenura de su espíritu de justicia eterna en
nuestras vidas, para que "nos levantemos de nuestra muerte", y veamos
la vida.
En otras palabras, "quien realmente despertó" este deseo "de ayudarnos
y de levantarnos" con sus mismas manos santas, de nuestra condición
espiritual de perdición eterna, de entre la profundidad de la tierra,
"fuimos nosotros mismos", "al clamarle" a él "por su verdad y por su
justicia redentora" y todopoderosa también, sólo posible en su Árbol
de vida eterna, ¡su Jesucristo! Porque "esta era la única manera", por
la cual nuestro Dios "nos podía redimir" de los males del más allá,
para "posteriormente entrar a vivir con él" y así a gozar de los
frutos de su Árbol de vida, su gran rey Mesías, la nueva vida
celestial e infinita del ángel del cielo y así también de la humanidad
entera.
Es decir, también, "que éramos nosotros mismos quienes clamaban" día y
noche al cielo a través de los siglos, para que nuestro Dios "nos
rescatase" con su Espíritu Santo y con la vida misma de su Hijo amado,
el Señor Jesucristo, de los males de las profundas tinieblas de
Lucifer en toda la tierra. Y entonces llego el día, cuando nuestro
Dios le dijo a su Espíritu "descendamos a la tierra", para "formar al
hombre en nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza", en el Árbol
de la vida eterna, para que el hombre "ya no conozca las tinieblas"
del mal, sino "la luz de su nueva vida", por la cual clama a mi.
Y desde el día que nuestro Dios "nos libero de los males" del más
allá, como de las profundas tinieblas del corazón de la tierra y del
corazón de Lucifer, "entonces nos olvidamos de todo" lo que Dios había
hecho por nosotros, en los poderes sobrenaturales de su Espíritu Santo
y de su Árbol de la vida eterna del paraíso. Y es aquí "cuando Lucifer
se aprovecha del descuido" de Adán y de Eva "para intentar engañarlos"
y así "robarles sus vidas infinitas del paraíso", con todos sus
derechos de santidad y de justicia celestial de Dios y de su Espíritu
Santo, "para que jamás conozcan" a su salvador celestial, ¡el Señor
Jesucristo!
Pero aunque Lucifer "logro hacer de las suyas" en el paraíso y así
también en la vida de muchos en todos los lugares de la tierra,
"nuestro Dios tiene la victoria final" sobre él y sobre cada una de
sus maldades, "en los poderes sobrenaturales de su Hijo amado", ¡el
Señor Jesucristo! Por lo tanto, "benditos han de ser por siempre" por
nuestro Padre Celestial, por su Espíritu Santo y por su Jesucristo,
"para que con los que 'tienen hambre y sed de justicia' y de vida
eterna", en la tierra y en el paraíso, también, desde hoy mismo y para
siempre en la eternidad venidera, del nuevo reino de los cielos.
EL REINO DE DIOS ES VERDAD, PAZ Y JUSTICIA INFINITA
Es por esta razón, que el reino de los cielos "no es comida ni bebida"
para ángeles del cielo, ni para la humanidad entera del paraíso, ni de
la tierra, tampoco, "sino justicia, paz, gozo y felicidad infinita",
únicamente "en el Espíritu Santo de Dios y en el fruto de vida eterna"
de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Por lo tanto, nosotros
"estamos llamados", por nuestro Creador y Padre Celestial de nuestras
almas infinita, "ha creer en la verdad y en la justicia celestial" de
su Hijo amado, "para entonces vivir la vida eterna", desde ahora mismo
en todos los lugares de la tierra, mucho antes de regresar al
paraíso.
Ya que, todos los que deseen vivir en sus vidas celestiales del más
allá, "entonces tienen que vivir en la verdad y en la justicia eterna"
del Árbol de la vida, el Señor Jesucristo; y si no "han de morir
infinitamente" en sus pecados eternos, por los cuales "no hay
salvación alguna", ¡salvo en invocar y creer en el Mesías! Porque todo
pecado del hombre "es injusticia inmoral" y, es, a la vez, "eterna
también", para mal de su alma, en esta vida y en el más allá, para
siempre.
Fue por esta razón, de que Dios "llamo a Adán a comer y beber del
fruto de la vida" y de todos los árboles del paraíso, pero "jamás del
árbol de la ciencia" del bien y del mal, "para que su corazón no sufra
y su alma no muera nunca", en el paraíso y en todo el reino celestial.
Porque "sólo en el fruto del Árbol de la vida hay verdad y hay
justicia", para todo ser creado del cielo y de toda la tierra,
también, "y más no en el fruto del árbol prohibo", prohibido
tajantemente al hombre por Dios y por su justicia eterna, de la vida
santa del paraíso y del nuevo reino celestial, por ejemplo.
Es por eso, que "cuando Dios hablaba con Adán", entonces "Dios mismo
se dio cuenta" de que en el corazón de Adán "faltaba el conocimiento
de la verdad y de la justicia celestial de su Hijo amado", para seguir
viviendo "y así crecer espiritualmente hacia él y hacia su nueva vida
celestial", del nuevo reino venidero del cielo. Y "sin la verdad y la
justicia del Señor Jesucristo viviendo" en el corazón del hombre,
entonces nuestro Dios "no puede tener ninguna comunicación alguna",
con él ni con ninguno de los suyos, tampoco, eternamente para
siempre.
Además, "Dios decidió llevar" a Adán, por "el camino de la verdad y de
la justicia eterna de su Hijo amado" y de toda vida del reino de los
cielos, para que "su corazón conociese a su Dios y Creador de su
vida", al "tan sólo comer y beber de su Hijo", desde aquel momento y
para la eternidad. Y "esto fue algo que Adán ni Eva jamás entendieron"
en sus corazones y en sus espíritus humanos, y "sólo hasta que fue
demasiado tarde" para ellos y para sus descendientes, por ejemplo, en
el paraíso y en la tierra, también (como ha sucedido diariamente con
mucha gente a través de los tiempos y hasta nuestros días, por
ejemplo).
En vista de que, la nueva vida del nuevo reino de los cielos, "sólo se
vive en la verdad y en la justicia sobrenatural de su Hijo amado", ¡el
Señor Jesucristo! Y "sin esta verdad y justicia celestial de Dios y
del Señor Jesucristo", entonces "no es posible la vida de ningún ángel
del cielo", ni mucho menos "de ningún hombre o mujer del paraíso" o de
la tierra, de nuestros días y de siempre, por ejemplo. En verdad, todo
ser que debería estar vivo, entonces estará muerto, porque el SEÑOR no
es parte de su vida (o no vive en su corazón), "para cumplir toda
verdad y toda justicia celestial", salvadora e infinita para su alma
viviente, en la tierra y en el paraíso, también.
Por ello, hoy en día más que nunca "necesitas la verdad y la justicia
salvadora" para tu alma infinita, mi estimado hermano y mi estimada
hermana, "para que te alejes de las profundas tinieblas", como de las
que te han estado haciendo daño en tu vida y así puedas ver
claramente, "en la luz de Cristo": tu única vida eterna. Y esta vida
eterna "no la puedes perder jamás", como Adán perdió la suya, o como
perderás tu misma vida terrenal algún día no muy lejano, a causa del
pecado o de la muerte de Lucifer o del ángel de la muerte, en el
infierno, por ejemplo.
"No debes perder jamás" la vida del Señor Jesucristo (o Mesías) en ti,
por ninguna mentira (religiosa o no) de Lucifer, ni por ninguna razón
de los labios pecadores y pecadoras de toda la tierra, del ayer, de
hoy y de siempre. Porque "esta vida eterna" de Dios y de su Espíritu
Santo "ha sido creada para ti", "sólo por medio del fruto del Árbol de
la vida", su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los tiempos.
Además, esta vida nueva "es tan gloriosa y tan honrosa", la cual "no
se puede comparar a nada por más glorioso que sea en todo su esplendor
infinito del reino de los cielos", salvo a nuestro Dios mismo y a su
Hijo amado, por ejemplo, en el poder sobrenatural de la santidad
infinita de su Espíritu Santo. Por ende, "tú necesitas" de Dios y de
su Jesucristo para seguir viviendo en la tierra y así también
posteriormente en tu nueva vida del paraíso y del nuevo reino
inmortal, como La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del cielo, por
ejemplo, en donde "sólo veras todo por la luz de Cristo", en todos los
días de tu vida eterna. (Porque hoy en día, así como Adán y Eva, tú
mismo y muchos "ven sus vidas por medio del espíritu de error" y de
gran decepción y maldad infinita de Lucifer y de la serpiente antigua
del Edén, por ejemplo; y nuestro Dios ha cambiado todo este mal
terrible en tu vida, por amor a nuestro salvador Jesucristo.)
Por esta razón, nuestro Dios te llama desde siempre, desde los
primeros pasos del hombre en el paraíso y por toda la tierra, también,
a que veas tu vida sólo por medio de su fruto de vida eterna, su Hijo
amado, ¡el Señor Jesucristo! De otra manera, "no podrás" realmente
jamás "tener luz" en tu vida "para ver la vida eterna", por la cual
Dios te creo en sus manos santas, en el comienzo de todas las cosas,
en el más allá, sino que "seguirás viviendo en tus profundas tinieblas
de siempre", de la perdición eterna del infierno y del lago de fuego,
también.
Y "de sólo ver nuestro Dios" que "tú caminas hacia este terrible
destino" de tu vida día y noche y sin parar, del cual "jamás podrás
escapar", entonces "él sufre igual" como "su Hijo amado sufrió por
ti" (cuando entregaba su sangre santa y toda su vida para redimirte de
los males eternos de Lucifer y del más allá, también). Por lo tanto,
nuestro Dios "no ha creado", en su verdad y en su justicia celestial,
"el fuego eterno" del infierno o del lago de fuego, por ejemplo, "para
el alma preciosa" del hombre, "sino para Lucifer y para sus espíritus
rebeldes" a Él y a su fruto de vida eterna, su Hijo amado, ¡el Señor
Jesucristo!
Porque "tanto Lucifer", como cada uno de sus ángeles caídos, en los
corazones de los pecadores y pecadoras del mundo eterno, desde la
antigüedad y hasta nuestros días, "es infinitamente rebelde a Dios y a
su fruto de vida eterna", ¡el Señor Jesucristo! Es por eso, que
nuestro Dios "te ha estado llamando" todos estos tiempos, "por los
poderes sobrenaturales de su Espíritu de verdad y de su justicia
eterna" de su Árbol de vida, "para que conozcas su amor y sus muchas
buenas promesas de vida y de bendiciones infinitas", para tu alma
viviente, en esta vida y en la venidera, también.
Entonces sin más esperar "afiérrate a la verdad y justicia celestial"
de tu Creador y de tu salvador eterno, su Hijo amado, "el gran rey
Mesías de tu rectitud infinita", para que "vivas" y así jamás tengas
que morir en esta vida, ni en el más allá, tampoco, para siempre. Y
sólo así "tú mismo", mi estimado hermano y mi estimada hermana, "veras
la vida eterna", en "la justicia, en la gloria, en la paz, en la
verdad" de nuestro Dios y de su Árbol de vida infinita, en la tierra y
así también en el nuevo reino celestial, como en La Nueva Jerusalén
Santa e Infinita del cielo.
LOS ENTENDIDOS DE DIOS POR JESUCRISTO SON LUZ DEL NUEVO REINO
Por lo tanto, "los que aman a su Dios" por Jesucristo, "entonces son
los entendidos" que resplandecerán con el resplandor del firmamento en
la luz de su Espíritu, para gloria infinita del nombre de su Hijo, el
Árbol de la vida; y los que "enseñan justicia a sus pueblos", como las
estrellas "brillaran en su rectitud celestial", para la eternidad.
Ellos son "la luz del nuevo cielo" de Dios y de sus huestes
celestiales; pues, "han de vivir infinitamente 'una vida mucho más
gloriosa' y honrada" que la de los ángeles del cielo, por ejemplo,
porque únicamente "el fruto de la vida eterna (y no ídolos) es parte
de sus corazones" y de sus vidas, en la nueva eternidad celestial.
Entonces, "ellos son los escogidos de Dios", "para amar y servir su
nombre santo" por los siglos de los siglos, no sólo en sus corazones,
sino también "con cada uno de sus hermanos y hermanas de toda la
tierra", es decir, de los que han recibido al Señor Jesucristo como su
único y suficiente salvador de sus vidas infinitas. Y "uno de estos",
en sus millares, en la tierra y así también en el nuevo reino
celestial, de los que brillaran infinitamente en la justicia y verdad
de Dios, y aun mucho más que los ángeles del cielo, "eres tú mismo",
hoy en día, "para vivir y gozar la vida eterna", mi estimado hermano y
mi estimada hermana.
Realmente, "esta vida infinita es", no la que conoces hoy, sino la del
Fundador de tu vida, en la tierra y en el más allá, también, como en
su nuevo reino celestial, "la que no tendrá fin", porque la justicia
de la presencia de Dios "jamás dejara de ser", en tu corazón y en tu
alma viviente, también. Y "has de resplandecer en tu corazón" día y
noche delante de Dios y de sus huestes celestiales en la tierra y en
el paraíso, igual, "porque el Señor Jesucristo vive en tu corazón",
desde el momento que "creíste e invocaste" su nombre sagrado, "para
que borres tus tinieblas" y jamás dejé de ser en ti, eternamente y
para siempre.
Y, hoy en día, aunque no lo creas así, "desde el momento que aceptaste
en tu corazón el nombre salvador de tu vida eterna", el Señor
Jesucristo, "entonces los ángeles ya no ven tinieblas en tu alma",
sino "sólo la luz más resplandeciente que el sol", para gloria y para
honra eterna de nuestro Dios que está en los cielos. Y así como Dios,
los ángeles también "ven tu luz celestial", porque "el nombre del
Señor Jesucristo te ha liberado" de todos los males del más allá, para
que "ya no vivas y camines por la tierra, en las tinieblas" de la
muerte eterna, sino "en la luz de su Árbol de vida" eterna, ¡el Señor
Jesucristo!
Es decir, también, de que "si vives y caminas en la luz del Árbol de
la vida", por tu andar por la tierra, entonces "los ojos de Lucifer y
de sus ángeles rebeldes ya no te seguirán", sino "sólo los ojos de
Dios", de su Espíritu, de su Jesucristo y de sus huestes celestiales,
"para ayudarte y bendecir tu vida". Y "ellos han de ayudarte y han de
santificar tu vida" día y noche y por los siglos de los siglos, en la
nueva eternidad venidera de Dios y de su nueva humanidad infinita,
"porque tu luz 'es igual' a la de ellos", brillante y gloriosa, ni más
ni menos, eternamente y para siempre.
Por lo tanto, ellos mismos "te ayudaran y te santificaran", con
oraciones y con los poderes sobrenaturales del Espíritu Santo que vive
en sus corazones, para que "crezcas por siempre, y no te falte nada
jamas, en el servicio glorioso de Dios y de su nombre santo e
infinitamente glorioso, en tu corazón y en toda tu nueva vida
celestial". Y sólo entonces "conocerás y entenderás" por siempre, en
tu corazón y en tu alma viviente, también, "porque fue que Dios mismo
te saco" en el comienzo de todas las cosas, desde el fondo de la
tierra, "para formarte en sus manos" en su imagen y conforme a su
semejanza celestial e infinita, del nuevo reino venidero del cielo.
En verdad, en aquellos días, "veras lo que jamás tus ojos vieron ni
paso por tu mente", tampoco; pues, "entenderás lo que jamás tu
corazón, ni tu mente pudieron entender, ni menos conocer", por culpa
de la ceguera espiritual de las tinieblas del pasado, de las cuales
viven en ti, porque "naciste en pecado", "y Cristo no era tu
salvador". Y todo esto "será una realidad infinita" en tu vida, por la
cual "fuiste creado en el principio", para que "jamás dejes de amar a
tu Dios y Creador de tu alma eterna" en la nueva eternidad venidera,
de la nueva vida celestial e infinitamente de Dios y de su Árbol de
vida, del nuevo reino de los cielos.
Ciertamente, «has de caminar diariamente en los poderes sobrenaturales
de la luz de Dios, para que maravillas, milagros y prodigios
terrenales y celestiales se manifiesten en tu corazón», aunque no lo
sientas así, para que muchas de las bendiciones que no recibiste en tu
vida, por culpa del mal de Lucifer, «entonces entren en tu vida, como
nunca antes». Y "Dios ha de ayudarte para bendecir tu vida", con los
poderes sobrenaturales de su Espíritu y de sus frutos de vida y de
salud del Árbol Viviente del paraíso, "porque para esto Dios te ha
llamado de las tinieblas" de la tierra "y en las cuales vives", hoy en
día, "por falta de conocimiento del nombre del Señor Jesucristo".
Además, "nuestro Dios jamás podrá hacer nada por ti", ni por ninguno
de los tuyos tampoco, "si no caminas en su verdad y en su justicia
celestial" de su fruto de vida eterna, ¡el Señor Jesucristo!
Igualmente, "jamás podrás ver, ni menos entender", nada de nada en tu
vida, "por la presencia de las muchas tinieblas del pecado", las
cuales "te siguen" día y noche, "cegando tu corazón y todo tu espíritu
humano", por donde quieras que vayas en toda la tierra y hasta que "te
entreguen a tu muerte eterna" del mismo infierno.
Pero "lo que debes de entender aquí", mi estimado hermano y mi
estimada hermana, "es que nuestro Dios 'no te ha creado para la
muerte', ni para la destrucción" de tu alma entre las llamas del
infierno o del lago de fuego, (la muerte final de todo pecador), "sino
todo lo contrario" a todo este mal terrible del más allá. En realidad,
"nuestro Dios te ha creado" y, a la vez, "te ha formado en sus manos
santas", en su imagen y conforme a su semejanza celestial, "para que
goces de su misma vida eterna", ni más ni menos, "sólo en los poderes
sobrenaturales de la verdad y de la justicia infinita" de su fruto de
vida eterna.
Porque la vida de nuestro Padre Celestial "está llena de la verdad y
justicia celestial de su Hijo amado", ¡el Señor Jesucristo! Y así
también "cada ángel del cielo vive" su vida infinita, "en la misma
vida gloriosa de su Creador": por lo tanto, tú también "tienes que ser
lleno de la verdad y de su justicia infinita" de su Árbol de vida
eterna, ¡el Señor Jesucristo! Y sólo entonces entenderás por fin toda
verdad y toda justicia de Dios en tu corazón para bien de tu vida y de
los demás, también, en donde sea que te encuentres viviendo en todos
los lugares de la tierra, por ejemplo, de hoy en día y de siempre.
Porque "esto es verdad y justicia infinita", de las cuales "edifican,
sanan y salvan infinitamente el alma viviente" de cada hombre, mujer,
niño y niña de la humanidad entera, "sin abandonar la vida de ningún
pecador o pecadora de toda la tierra, hoy en día ni jamás, en toda la
vida de la tierra, de nuestros días y de siempre. Y esto debe de ser
así contigo, desde hoy mismo, "con tan sólo creer en tu corazón y así
confesar con tus labios", de que el Señor Jesucristo "es su Hijo
amado", para cumplir toda justicia y verdad eterna de nuestro Padre
Celestial y Fundador Infinito de tu nueva vida celestial, en la tierra
y en la eternidad venidera.
¡Que reine la verdad y la justicia del Señor Jesucristo en tu corazón,
para gloria y alegría infinita de nuestro Dios y Creador de nuestras
almas infinitas, en la tierra y en el cielo, eternamente y para
siempre!
El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo
es contigo.
¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!
Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el
nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras
almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y
honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el
cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo
amado, el Señor Jesucristo.
LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS
Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la
verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para
que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la
voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero
todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu
vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos
termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad.
Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y
noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber
desobedecido a la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos
estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor
Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe
en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la
presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus
infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también,
en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley
santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas
las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado
hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar
cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de
bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada
señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y
celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra,
del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino
de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de
Israel y de las naciones!
SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS
Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu
corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la
tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde
los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del
reino de los cielos:
PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".
SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la
maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la
cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia
por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos".
TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios,
porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano".
CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será
sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el
forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová
hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y
lo santificó".
QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da".
SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".
SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".
OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".
NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu
prójimo".
DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo".
Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos
males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos,
también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de
Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos
desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú
no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los
tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días
de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy.
Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que
sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada
una de sus muchas familias, por toda la tierra.
Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos
juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia
santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras
almas:
ORACIÓN DEL PERDÓN
Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de
tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu
reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la
tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial
también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y
la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ".
Juan 14:
NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.
¡CONFÍA EN JESÚS HOY!
MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.
YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS
TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.
- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y
su MUERTE.
Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):
Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer
día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu
vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.
QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL
SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un
pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su
SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi
pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi
SALVADOR.
¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?
¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?
Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una
nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:
Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios,
orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El
ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en
un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema
autoridad. Habla de Cristo a los demás.
Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de
Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su
palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en
gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata
a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con
frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para
que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.
Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que
te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así
comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.
El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de
Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es
la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la
tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras
almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan
tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y
de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa
de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra:
imploraré por tu bien, por siempre.
El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de
Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que
respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso!
Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de
todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor
al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y
como siempre, por la eternidad.
http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp?playertype=wm%20%20///
http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx
http://radioalerta.com